viernes, 4 de mayo de 2012

¿Por qué es tan complicada la correcta gestión de los sentimientos? ¿Por qué aunque seamos adultos, maduros, tengamos la cabeza aparentemente bien amueblada, seamos sensibles y empáticos, cometemos tantos errores en nuestras relaciones, una y mil veces repetidos?
A veces por no molestar, no decimos; otras veces, las más, por orgullos tan diversos como absurdos, callamos, no decimos, no pedimos, no besamos, abrazamos poco. En otras ocasiones es pura cobardía, aunque solemos disfrazarla con cualquier otro nombre, porqué ¡ninguno de nosotros es cobarde, faltaría más! La pereza tampoco es buena amiga, pues es bien cierto que lo que no se atiende, se desatiende. Podemos ser abrumadores, de tan intensos y su contrario...
Las posibilidades de error son infinitas, como infinitas las variables, en cada encuentro con protagonistas diferentes.
Así pasamos la vida entera entre incertidumbres pasajeras, constantemente renovadas en cada nueva relación, contacto, mera conversación o puntual roce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario